TENSIÓN: Una serie de cardenales han llamado a boicotear al recién elegido Papa estadounidense, León XIV, a quien se le culpa de provocar fracturas ideológicas dentro de la Iglesia Católica.
El Papa León XIV, anteriormente conocido como el Cardenal Thomas Keller de Boston, fue elegido tras una acalorada cóclave que generó profundas divisiones entre los cardenales votantes. Su ascensión marca la primera vez en los dos milenios de historia de la Iglesia que un Papa proviene de Estados Unidos, un evento celebrado por algunos como un signo de renovación y temido por otros como una ruptura con la sagrada tradición. Lo que debería haber sido un momento de fervor y celebración se ha convertido en uno de los momentos más polarizados que ha vivido el Vaticano en décadas.
Desde el momento en que la humareda blanca se elevó sobre la Capilla Sixtina, se generó controversia. Mientras que los católicos liberales y progresistas acogieron las elecciones como un cambio hacia la modernización, que ya era necesario, las voces conservadoras dentro de la Iglesia se alarmaron. Las opiniones del Papa León XIV, consideradas reformistas y a veces radicales, incluyen un apoyo explícito a la revisión de las enseñanzas de la Iglesia sobre la exclusión LGBTQ+, la ordenación de las mujeres, el celibato sacerdotal y la protección social del Vaticano. Estas medidas, aunque no se implementaron formalmente como políticas, han sido suficientes para provocar una abierta discordia por parte de líderes de alto rango de la Iglesia.
A las 48 horas de su primer discurso público, centrado en «curar las heridas de la Iglesia mediante la compasión, el diálogo y la verdad audaz», al menos 19 cardenales firmaron una carta abierta llamando al boicot de las directivas del nuevo Papa. Los firmantes, procedentes de Italia, Polonia, Nigeria y Argentina, acusaron a León XIV de «relativismo moral» y afirmaron que sus opiniones «amenazan con socavar la sagrada autenticidad de la tradición apostólica». Uno de los críticos más vocales, el cardenal Giovani Rizzo de Nápoles, se refirió a la teología de León XIV como “extremadamente protestante en espíritu” y “un insulto a los siglos de la ortodoxia católica”.
En respuesta, el Papa León XIV hizo un llamado a la calma y al respeto mutuo. «El desacuerdo no es herejía», declaró durante una misa en la Basílica de San Pedro. «La Iglesia no es un museo del pasado, sino el Cuerpo vivo de Cristo, llamado a moverse, a respirar, a crecer». Ha insistido en que su objetivo no es dividir, sino llevar a la Iglesia al diálogo con la humanidad moderna. Aun así, su negativa a aclarar su postura exacta sobre temas como las bendiciones para personas del mismo sexo y el diaconado femenino no ha hecho más que ahondar las sospechas entre los conservadores.
Para complicar aún más las cosas, se han filtrado información desde el Vaticano, que revela que León XIV ha iniciado reuniones privadas con teólogos y asesores externos a la Curia Romana —incluyendo laicos, científicos e incluso católicos— para explorar reformas en el gobierno de la Iglesia. Esta medida, si bien revolucionaria, ha dado lugar a acusaciones de secretismo y de violación de la tradición. Un obispo, hablando anónimamente a los medios de comunicación italianos, afirmó que el estilo de León XIV “se parece más a un parlamento democrático que al liderazgo de Petri”.
Entre los laicos, las reacciones están igualmente divididas. En países occidentales como Alemania, Canadá y Estados Unidos, muchos feligreses ven al Papa como una bocanada de aire fresco. “Habla como alguien que comprende nuestras vidas reales”, dijo María Delgado, estudiante de teología en Chicago. “No teme admitir que la Iglesia ha cometido errores”. En contraste, grandes grupos en Brasil, Guatemala y Filipinas han expresado su desacuerdo y confusión. En varios países se han celebrado manifestaciones pidiendo un retorno al “catolicismo ortodoxo”, con sacerdotes exhortando a sus congregaciones a orar por “el alma de la Iglesia en este tiempo de prueba”.
Observadores externos advierten que la situación podría agravarse. Los analistas señalan que la carta de protesta está precedida de un preámbulo, y algunos expertos creen que podría sentar las bases para un cisma formal si el diálogo se deteriora aún más. «Estamos presenciando un conflicto cultural global que se desarrolla dentro del Vaticano», declaró la Dra. Helepa Moravec, historiadora de la Iglesia con sede en Praga. “No se trata sólo de doctrina; se trata de identidad, poder y el futuro del catolicismo en un mundo que cambia rápidamente”.
Mientras tanto, el Papa León XIV se mantiene firme. En una entrevista privada publicada por L’Osservatore Roma , citó las palabras del Papa Juan XXIII: «No seamos profetas de fatalidad, sino sembradores de esperanza». Queda por ver si su papado será recordado como visionario o divisivo. Porque ahora, una cosa es cierta: la Iglesia Católica se encuentra en una encrucijada, y sus próximos pasos podrían redefinir su camino para las futuras generaciones.